Número Dos
Su extendido cielo es de un azul tan puro y tan brillante, que nunca hubiera herido mi corazón tu acento. Eras tan pura como son puros los pensamientos de un angel y más cándida y bella que la aurora cuando nace. Al mirar tu gentileza y tus ojos donde arde el fuego de la virtud, anhelante cuentas, esperando al amante que tarda en acudir. Toma la lira y con acento triste canta, el transparente cielo y sus pintadas flores para tí guardarán luz y colores con tiernas rosas de sin par belleza sobre tu frente de marfil nevado. Del entusiasmo que mi pecho inspira tu angelical pureza, tu incomparable y celestial belleza al son de la agradable lira. Tu belleza inmortal hace que los mágicos jardines repitan en tu honor y tu alabanza las dulces melodías que la lira lanza. Te veo partir, las dolorosas quejas no escucho, ni el lamento con que turban tristísimos el viento. La última aurora ya anunció que te viera, en tu nevada frente la candidez y nobleza no veremos, de tu boca divina, la belleza ta